pequeño relato de lo efímero..

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En la carretera. El viajero regresaba del fin de semana; nuevos paisajes urbanos, relaciones sociales, debates, actos, besos y apretones de manos en el mundo de lo físico; en lo otro, en lo que ni se dice ni se ve, y se piensa, mirada perdida en la AP-40, regresaba al enésimo proyecto de nuevas cosas, y, como en las nuevas cosas se entrometen los recuerdos, vino la necesidad, la impaciencia de transmitirlos en mensaje que cobraría vida a las 12, hora bruja donde las haya, silente y alado, en el tránsito día/noche, como en la leyenda toledana recreada por el marroquí actor; buscó palabras, -descripciones-, sonidos, -sentimientos-, y la emoción crecía, creció cobrando vida hasta declinar fundida con el intemporal amanecer, comenzó a morir junto a la vigilia de la noche y el día le devolvió a lo inevitable.. En esos momentos, inmune a las emociones del viajero soñador, el caballo volador se acercaba atravesando aquel tiempo de ocasos y amaneceres, como siempre, sin detenerse.. Entónces, el viajero dijo: -Pues eso, feliz día..